domingo, 2 de diciembre de 2012

Sobredosis de -H con acento en la -é



Resulta curioso que lo que más añore sea la sensación de mentira, la que después me hacía sentir estúpida por creer en una posibilidad como esa. Ella solo existía en tu boca y se daba un festín, yo te cazaba en tus ojos y en sus miradas fugitivas. Solías escapar rápido, a cualquier otra parte mientras yo me quedaba jugando con el vaho en tu cristal, escribiendo los reproches que no me atreví a vomitar. Si alguna de aquellas veces hubieras mirado hacia atrás sabrías que yo me quedé esperando cien años. Tal vez nos hubiésemos ahorrado cinco inviernos y eternos domingos, pero la huida te llamaba a la puerta y casi siempre la cogías de la mano. Solía pensar que para ver las cosas con claridad con un ojo bastaba, hoy me cubro los dos y no veo nada. Todo se ha vuelto de un color oscuro perdido, aunque siguen siendo los mismos que quisieron fulminarte. Los recuerdos se vuelven presente infinito; cuando tu decías que algún día aprendería a volar, sabiendo desde el principio que no te quedarías para verlo.