domingo, 26 de febrero de 2012

counterclockwise

Por la noche oigo entrar al silencio, y le temo. Pienso en mí, en mi sin ti.
Estirada en la cama alzo el brazo intentando tocar el techo, y me queda tan lejos…
Tal vez ahora no lo parezca, pero hubo una época en la que podíamos detener el tiempo. 
Íbamos por delante, oyendo cada tic-tac incluso antes de que sonara, teníamos el tiempo en la palma de la mano y canturreaba el paso de las horas para nosotros, solo había un lugar en el que el contrarreloj no perdonaba. Bajo las sabanas que parecían infinitas nos escondíamos y planeábamos como contraatacar al mundo una vez más. No quisiera haber salido nunca de allí.
Estábamos locos y nos encantaba hacerlo evidente, nadie nos entendía y eso era todavía mejor. Comíamos en la cama y dormíamos en el suelo. Andábamos descalzos y nos bañábamos bajo la lluvia en pleno enero.
Pero en el mejor momento empecé a notar como se terminaba el aire y cuando me asomé entre las sabanas para respirar… la realidad me arrastró con ella y nunca volví a tocar el cielo con la punta de mis dedos.




martes, 14 de febrero de 2012

The more open you heart, go deeper into the stab

-Solo necesitamos gasolina y mucha música, la nieve ara el resto.
Con esa frase empezamos el viaje, cantando durante horas, con la calefacción a máxima potencia, haciendo rugir el motor de nuestros corazones. De vez en cuando parábamos a repostar con un beso y yo iba inmortalizando cada movimiento. Sujetabas el volante con la mano izquierda mientras que, con la otra guiabas la mía, puesta en el cambio de marchas. Podía sentir como vibraba la velocidad entre nuestras manos y me acariciabas con la yema de los dedos.
De vez en cuando hacías un gesto alzando el brazo al ritmo de U2 y luego cojias una galleta sumamente azucarada de mi regazo, algunas las partía en dos mitades y te la daba, como si de mi corazón se tratara, y te observaba masticarla…
Conforme las canciones pasaban todo se volvía blanco. Bajábamos las ventanillas y yo sacaba los brazos, respiraba el aire de la montaña nevada y me sentía águila. Por un rato bajamos y me pude estirar sobre la nieve, la sensación de frío era tan intensa… recuerdo que al levantarme me sacudiste el polvo blanco y me besaste en la nariz. A decir verdad, pasamos la mayor parte del tiempo dentro del coche, tapados con la manta y tomando te. Cualquiera pensaría que habíamos trasladado tu cama a los pirineos y esta se encontraba a 1.684 metros de altura por carreteras heladas en las que, solo estábamos nosotros  y la niebla.

lunes, 6 de febrero de 2012

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Es en ese fatídico momento en el que, sumergidos en la oscuridad y bajo un manto de plumas las manos recorren el cuerpo del otro de memoria, como si de dos ciegos se tratara. 
Los dedos se deslizan al compás de del bombeo, subiendo hasta llegar a los parpados cerrados, como si al abrirlos perdiera el efecto. Las respiraciones se sincronizan para poder inhalarse mutuamente, el aliento es el oxígeno del otro. Se devoran el alma. Te vuelves capaz de recorrer carreteras heladas en plena noche por una bocanada. Y entonces te das cuenta,  una incontrolable sensación de asfixia te oprime el pecho y solo se alivia cuando las manos se vuelven a encontrar.

Ahora tienes que aprender a respirar sola.