martes, 20 de diciembre de 2011



Mientras pasa las paginas de su nuevo tesoro va dividiendo en capas el trozo de tarta que sostiene en sus piernas. Piensa en la historia y en cuanto le gustaría que su amigo conociera al gigante Jack, ojala el si pueda ayudarle. Se mete la ciruela en la boca y le da vueltas de un lado a otro.
Debería ir pensando una nueva mentira para mañana y le resulta irónico que sea incapaz de prescindir de ellas. Al fin y al cavo la oscuridad siempre vuelve.
Se humedece el dedo índice y aplasta las virutas de chocolate que quedan en el plato.
Si él esta leyendo esto es poco probable que quiera escucharla, hace días que se enfadó con ella. Parece que sentirlo no es suficiente. Ojala no fuera tan torpe.
Si el supiera que con solo leer unas paginas bastaría para calmar el dolor, o puede que acentuarlo… el truco está en no ceder a la desesperación.
Esta noche dormirá con el libro bajo la almohada,  por si la sombra de Jack decidiera salir del bolsillo y lidiar una nueva batalla para ayudarla

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