Me declaro oficialmente perdida a
la espera de una huida fácil. Y me encuentro desvestida, dibujando en tus
cristales con las yemas de mis dedos cualquier día de lluvia en el que pudimos
haber escapado. Pero no lo hicimos. Soy todas las orquillas perdidas entre tus
sabanas, tú el coleccionista de pequeños tesoros que detesta seguir
encontrando restos de una invitada de pies descalzos, que inexplicablemente le dio
sentido a tu vida. Que hace de la cama un castillo en el que soñar y que
tira por los suelos tus teorías sobre el amor. Ya no traigo mi respiración
acelerada a tus frías mañanas, ya no vengo cargada de búhos que saltan de sus costuras para aferrarse
a tu piel. Me faltan excusas para colarme en tu cama, me sobran motivos para
escribir. Tal vez sea cuestión de tiempo que olvide los motivos que me hacían
volver, pero es que no todos los días conozco a alguien capaz de decir “nena”
con encanto. Y aunque nunca me habían parecido tan eternos los semáforos, ni
tan hipócritas los domingos sigo buscando el “si” que mis labios no se
atrevieron a pronunciar cuando me preguntaron _ ¿estás curada? _ Debe de
haberse escondido en tus ojos de nomeolvides, pero ya sabes que ahí no volveré a buscar
jamás.
Precioso pequeña M...me encantan tus relatos, ya los echaba de menos, en serio. No lo dejes nunca porque se te da de maravilla.
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