Me quité los zapatos de tacón y las agujas de andar por casa. Deje dobladito en una esquina todo lo que sabía acerca del amor, para no llevar peso innecesario. Y me subí, con los pies desnudos y el alma en goteras. Dispuesta a navegar en el barquito de papel, a dejarme llevar por el viento que levantas cuando suspiras, a sabiendas de que no siempre es de placer. Hay quienes pensaron que no era consciente del material del que estaba echo, otros, que simplemente quería ir a alta mar a cualquier precio. Los peces me observaban perdida en un mar de dudas y lunares. –Te hundirás- me dijeron. –En su piel- les contesté. Y me dispuse a naufragar en el intento a pesar del dolor seguro que sufriría si mis cicatrices volvían rozar el agua salada. Fueron 820 días a la deriva, pero tu brújula me desorientó y perdí la cuenta al segundo. Se que la única norma la cumplí con creces “tú confía en mi, que yo haré el resto”. Entonces dime ¿porque te pusiste a llover? Empecé a tener miedo, resbalaba del papel. Ellos, desde sus barcos anclados al asfalto me lanzaron salvavidas mientras gritaban –lo sabia!- pero no sabían nada… Hay pequeños tesoros que solo se encuentran en la brisa que nadie a saboreado antes. Y me aferré a los dobleces casi desechos por algo que parecía un corazón que no sabia bombear un sentimiento tan vulgarmente enfermizo. El mundo, cansado de advertirme en vano retiro su ayuda de mi alcance y cuando quise darme cuenta había perdido otra vez.
sábado, 14 de julio de 2012
Blup
Me quité los zapatos de tacón y las agujas de andar por casa. Deje dobladito en una esquina todo lo que sabía acerca del amor, para no llevar peso innecesario. Y me subí, con los pies desnudos y el alma en goteras. Dispuesta a navegar en el barquito de papel, a dejarme llevar por el viento que levantas cuando suspiras, a sabiendas de que no siempre es de placer. Hay quienes pensaron que no era consciente del material del que estaba echo, otros, que simplemente quería ir a alta mar a cualquier precio. Los peces me observaban perdida en un mar de dudas y lunares. –Te hundirás- me dijeron. –En su piel- les contesté. Y me dispuse a naufragar en el intento a pesar del dolor seguro que sufriría si mis cicatrices volvían rozar el agua salada. Fueron 820 días a la deriva, pero tu brújula me desorientó y perdí la cuenta al segundo. Se que la única norma la cumplí con creces “tú confía en mi, que yo haré el resto”. Entonces dime ¿porque te pusiste a llover? Empecé a tener miedo, resbalaba del papel. Ellos, desde sus barcos anclados al asfalto me lanzaron salvavidas mientras gritaban –lo sabia!- pero no sabían nada… Hay pequeños tesoros que solo se encuentran en la brisa que nadie a saboreado antes. Y me aferré a los dobleces casi desechos por algo que parecía un corazón que no sabia bombear un sentimiento tan vulgarmente enfermizo. El mundo, cansado de advertirme en vano retiro su ayuda de mi alcance y cuando quise darme cuenta había perdido otra vez.
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Por qué no seré capaz de ver las cosas como lo haces tú? Bajo esos dibujos que me tienen enamorada de tu arte!
ResponderEliminarEres buena. (te dije que era una frase corta... :) )
ResponderEliminarEs un placer enorme leerte.
ResponderEliminarme gusta especialmente esta entrada, deberías hacer uso de este tipo de comparaciones más a menudo, es magnífica.
ResponderEliminarpásate por mis restos del naufragio :)