Ella… la
mayoría del tiempo solo era ella…
Una casa de muñecas y tifón.
Extremidades volando.
Pie donde mano, mano en garganta y garganta sin voz.
Una casa de muñecas y tifón.
Extremidades volando.
Pie donde mano, mano en garganta y garganta sin voz.
Ella… bostezo infinito.
Niña de carretera sin frenos y pies de almidón.
Casa de puertas sin pestillo y ventanas con doble filo de alcohol.
Escaparate en el que postrar sus ojos transparentes.
Ojos que advierten de que en cualquier momento echará a volar.
Y un momento fueron siete años que no ha sido capaz de olvidar.
Ella… como alas sin mariposa.
Como deambulante vendiendo lágrimas en tarros.
Como niña que ya no piensa en ti mientras se viste.
Tan solo se está curando.
Ella era casa y aviones a tu pelo, con su nombre en el reverso del ala menor.
Casa, porque se daba cobijo en rincones donde no tenía lugar.
Y mudaba junto con las cajas, la sonrisa tonta de las mañanas
Y llovizna en las tostadas y carmín en los relojes,
por haber intentado detener el tiempo con un beso.
Intentos, como el salto que casi llegaron a dar.
Ella y mil veces ella esposada a un tablero donde siempre pierde el turno por hacer Sit suan.
Y a veces,
tan solo era el recuerdo de una sonrisa danzando sobre la punta de sus pies.
Y otras, se quitaba los zapatos para entrar en la boca del lobo.
tan solo era el recuerdo de una sonrisa danzando sobre la punta de sus pies.
Y otras, se quitaba los zapatos para entrar en la boca del lobo.
Ella era
casa, era el mundo.
También era su país, su ciudad, su barrio, su calle,
Su habitación, la cama, la almohada.
Una de las plumas que rellenaba la almohada.
O incluso el aire que la hacía volar.
Ella... se podía respirar.
También era su país, su ciudad, su barrio, su calle,
Su habitación, la cama, la almohada.
Una de las plumas que rellenaba la almohada.
O incluso el aire que la hacía volar.
Ella... se podía respirar.