Y me quemé.
Pero esta vez fue diferente, esta vez quería quemarme. Cerrar los ojos y gritar.
Notaba como en ese momento conectábamos perfecta mente, así que nada me importaba más que mirar hacia el techo, la ventana empañada, como en aquellas mañanas de invierno, de vez en cuando ojeaba los restos de posits, restos de frases que, pusieran lo que pusieran querían decir, te quiero.
Así que lo hice, simplemente guardé ese recuerdo para sacarlo cuando el miedo y la lógica del mundo nos invadan. Había pasado tanto tiempo...
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